Un año y pocos días que comenzó la pesadilla del Covid19. Un año de miedo, preocupación, crisis sanitaria, económica y también social pues cada día que pasa, seguimos más enfadados. Un año viviendo a medio gas, con límites sociales y también perimetrales. Para una persona con el síndrome wanderlust (término que hace referencia a la obsesión que sienten algunas personas por viajar. Un deseo que nace de una “necesidad”, fuera de lo común, de conocer nuevos rincones y descubrir otras culturas), me está resultando muy difícil estar 6 meses sin poder salir de mi comunidad autónoma y sin poder realizar las razones que dan sentindo a mi vida, que son la pasión por viajar y descubrir nuevos rincones del planeta y como agente de viajes ayudaros a conseguir la mejor experiencia de ese viaje soñado.

A pesar que empieza a vislumbrarse la luz al final del túnel, todavía debemos esperar un poco más y sólo nos queda recuperar la ilusión preparando el próximo viaje o recordar los lugares más especiales donde hemos estado. Y esta mañana, 17 de marzo, día de San Patricio, me he despertado con una sonrisa, recordando este día del año 2012 en la ciudad de Dublín. Fue un viaje relámpago, sin organización anterior ni nada. Nos encontramos con unos días libres, miramos vuelos y hotel y nos plantamos en Irlanda disupuestos a vivir una de las experiencias más divertidas e inigualables.

Y es que la ciudad entera se viste de verde y naranja, tanto sus edificios, como sus ciudadanos y turistas, con ropajes de época, sombreros, exuberantes pelucas, tréboles por doquier… unos atuendos de lo mas estrambóticos. Y es que los irlandeses son un pueblo lleno de creatividad y exponen sus ideas con una gran fuerza en estos días de fiesta y orgullo por ser irlandés. Todos participan del 16 al 19 de marzo en estos “Four Great Days” con montones de actividades que no te puedes perder como visitas guiadas a algunos monumentos, exposiciones, conciertos, ferias artesanales y actos culturales. Una oportunidad única para sumergirse en la cultura irlandesa y vibrar con su música y su creatividad.

Aunque se celebran diferentes actos durante algunos días, es el día 17 el día del ” Festival Parade”, el gran desfile que iniciándose a las 12h del mediodía y con una duración de aproximadamente dos horas, recorre todas las calles del centro durante 2.5 km. Este desfile se inicia en Parnell Square hasta O’Connel Street, pasando por el O’Connell Bridge sobre el río Liffey, hasta llegar a Trinity College y Dame Street. Desde allí gira la catedral de Christchurch hacia Lord Edward Street, Nicholas Street y Patrick Street y finaliza en la Catedral de San Patricio.

La ciudad se llena de colores, uniformes, criaturas mágicas, bandas de música, grupos de gaitas, todos los participantes del desfile recrean con sus actuaciones momentos históricos de Irlanda con un espectáculo que hace disfrutar tanto a adultos como a niños.

Los irlandeses tienen una gran pasión por las bandas de música populares y es uno de los grandes reclamos de esta cabalgata, porque son más de 1000 personas las que participan en ellas. Algunas de estas bandas son locales, pero cada año invitan a otras venidas de diversas partes del mundo, siendo las mas esperadas la de su vecina Escocia y las de EEUU.
Durante la noche, la mayoría de los edificios emblemáticos de Dublín se iluminan de verde. Algunos de estos lugares teñidos de luz verde son la Catedral de Christ Church, la Guinnes Storehouse, la Leinster House, la National Gallery of Ireland, el Phoenix Monument o la catedral St. Patrick’s, no hay palabras para describirlos.
La música, y más en directo, está muy arraigada en los irlandeses y por eso también forma parte de esta fiesta de St. Patrick. Tendrás muchas opciones para estos días, pero ten en cuenta que no hay una fiesta sin baile, por lo que si te acercas a Ardán an Iarla, Baile Átha Cliath 2 / Earlsfort Terrace podrás unirte al céilí mas grande del mundo, una celebración del baile irlandés tradicional. ¡Aprende los pasos, disfruta de la música tradicional en vivo y disfruta del ambiente en las calles de Dublín!
Pero si lo tuyo es el Rock y eres uno de los amantes de U2 siempre puedes alojarte o tomarte una pinta, en el hotel de Bono, su cantante. The Clarende un edificio de 1852 que fue reformado en 1992 y ampliado, con un plan arquitectónico firmado por Norman Foster, en 2004. Sin duda, el mejor lugar para descansar del delicioso ajetreo de St Patrick’s Day. La densidad de músicos en el país es elevadísima. A muchos de ellos se les ve actuar en los pubs de la capital, donde tal vez alternen el mandil de camarero con el micrófono, como le ocurría en su momento a Sinead O’Connor. La seña de identidad es la música en vivo siendo habitual las actuaciones en la calle, tanto en Grafton Street como en las inmediaciones de Temple Bar donde empezaron los mísmisimos U2

Si algo en Dublín puede eclipsar al verde de San Patricio, esa es, sin duda, su cerveza. No puedes dejar pasar la oportunidad de visitar la archiconocida fábrica Guinness cuyo recorrido te dará a conocer los secretos de esta cerveza de fama mundial y que además celebra también su propio festival en torno al Día de San Patricio. donde podrás disfrutar de música en vivo, catas y degustaciones y cerveza en abundancia.
Hablar de Dublín, es hablar de música y alcohol. Un famoso dicho dice: “si hay un irlandés, hay un pub cerca” y es la zona de Temple Bar donde se acumulan la mayor cantidad de pubs que junto a turistas y dublineses pasan la noche de San Patricio yendo de un pub a otro, alternando Guinness y Jameson Whisky, pues ambos son parte de la cultura irlandesa.


En un día como San Patricio, no puedes dejar de visitar la estatua de Molly, un bronce que se encuentra en la acutal oficina de turismo y representa a una mujer que durante el día vende berberechos y mejillones y por las noches se gana la vida como prostituta. Una triste historia que se ha convertido en la más célebre canción del folklore irlandés que seguro vas a cantar en todos los pubs dublineses el día de Saint Patrick’s Day.