Viajar en pareja es una especie de prueba de fuego en la que puede salir a relucir cada uno de los problemas o de las virtudes que tiene cada uno. Viajar, aunque es algo maravilloso, también supone tener que afrontar problemillas que siempre surgen, o pueden surgir, y que van a sacar lo mejor o lo peor de nosotros mismos.

Por otro lado, viajar en pareja, es un auténtico lujo, unos días de asueto, de libertad reencontrada, de volver a encontrarnos personal e íntimamente sin las rutinas del día a día, sin niños, sin todo aquello que conforman la vida cotidiana y que es de lo que queremos descansar.

Nosotros solemos viajar en familia desde que los niños eran bien pequeños, pero en ocasiones hemos podido hacer nuestra escapada, volver a ser novios o turistas, aventureros del día a día en las ciudades que hemos visitado y es una forma de poder desenchufar de la faceta de padres para ser dos personas que se reencuentran y se renuevan mutuamente en los sentimientos y emociones que nos unieron.

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Planificar

Para empezar hay que planificar el viaje ya en pareja. Es perfecta una buena tormenta de ideas para ver dónde nos apetece ir a cada uno, qué destino nos hace especial ilusión compartir y a veces hasta puedes descubrir una faceta desconocida u olvidada de tu pareja, que te puede sorprender con viajes que ni siquiera habías pensado o que desconocías que eran sus destinos de ensueño.

Compartir

Hay que aprender a compartir desde las maletas hasta las experiencias. A veces, en el día a día, asumimos los roles asignados a lo cotidiano y se nos olvida que la vida es un camino que estamos recorriendo juntos. Trabajo, casa, hijos, deberes, estudios… un viaje nos va a permitir volver a compartir cosas entre dos, aparando todo aquello que no forma parte de la pareja y que debe permanecer fuera. Sí, hijos también.

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Ponte a prueba

Un viaje es una excelente forma de poner aprueba la relación de pareja, ¡para bien o para mal! Pasar tanto tiempo juntos, a solas, sin nada que interfiera entre los dos es una especie de prueba que puede afianzar la relación.

Quizás te sorprendas con habilidades que desconocías o que has ido adquiriendo, o quizás te des cuenta de que vuestras fortalezas y debilidades se complementan de una forma que juntos formáis el equipo perfecto… poder redescubrir aquellas cosas de las que te enamoraste y que siguen ahí, escondidas bajo el manto de lo cotidiano es una sensación de bienestar indescriptible.

Diversión o relax

Sin duda es el momento de hacer todo aquello que se os ocurra, tanto en la parte divertida como en la parte más relajada de las vacaciones. Porque no volver a hacer alguna locura, a correr algún riesgo deportivo, a bailar hasta la madrugada o a relajarse en destinos que con niños sería imposible… Lo bueno de viajar en pareja es poder hacer esas cosas que soñáis con hacer, lo que de verdad apetece o simplemente probar cosas nuevas. Todo es posible.

Intimidad

El tiempo que se pasa en pareja durante unas vacaciones es tiempo de calidad personal, de renovar emociones, de volver a la intimidad, mejorar la comunicación, descubrir nuevas facetas del otro o recordar aquellas que estaban ya casi olvidadas con el día a día.

Es revivir sentimientos y emociones, volver a enamorarse, darse cuenta de hasta que punto ya puedes conocer a la otra persona y del grado de confianza y compenetración que existe. Esa mirada cómplice ante un buen plato, ese atardecer precioso o ese paisaje que se queda en la memoria como un recuerdo imborrable… todo ayuda a reencontrarse, a revivir los sentimientos y las emociones, a sentir la seguridad y la confianza, a renovar los recuerdos y a crear otros nuevos.

Sin duda viajar en pareja es algo que todos deberíamos hacer de vez en cuando para reencontrarnos con esa parte emocional e íntima.

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