Escocia es una tierra llena de leyendas y tradiciones, alguna de ellas realmente preciosa y emotiva que se remonta en el tiempo hasta encontrar su origen en épocas remotas, en donde lo primordial era un sentido de la vida muy distinto al que podamos tener ahora. Tradiciones paganas que reivindican la unión con la naturaleza y una vida pegada a la tierra y sus ciclos, lejos de las culturas posteriores que cambiaron nombres y santificaron lugares o fechas en nombre de otros dioses.

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Hogmanay es como se denomina a esos días de celebraciones de fin de año y, como para casi todo, los escoceses tienen ritos para celebrar los rituales paganos de antaño con la misma ilusión que lo pudieron hacer sus ancestros, reivindicando unas tradiciones y una cultura que impregna toda Escocia y que le confiere ese sabor tan especial.

La procesión de las antorchas, llamada Torchlight Procession, es una de esas tradiciones especiales que si visitas Escocia en Navidad no puedes perderte. Su origen se remonta a la época vikinga, según dicen, y era la forma en que los vikingos celebraban el solsticio de invierno, con fuegos y antorchas encendidas que recorren toda la ciudad. Lo cierto es que en muchas zonas de Escocia se celebra el 31 de diciembre con fuego en distintas formas, sin embargo, a nosotros nos contaron otra historia respecto al día 30…

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Un 30 de diciembre hubo en Edimburgo una importante quema de brujas. Las mujeres fueron condenadas a la hoguera por un tribunal que quería disciplinar a la población y en concreto a las mujeres. En una zona y un país como Escocia, lleno de leyendas, brujas, duendes y figuras enigmáticas, de poblados alejadas unos de otros y montes donde las familias vivían alejadas de las urbes, la lucha por imponer el cristianismo más severo imponía también estos métodos tan comunes…

Las mujeres, por supuesto, eran inocentes. Como todas las brujas lo han sido a lo largo de la historia. De hecho, la historia de las brujas es hoy uno de los alegatos del feminismo que ve en aquellos bárbaros actos el intento de la iglesia y de una sociedad puritana de dominar a la mujer independiente, a la doctora que no hechicera, a la matrona y partera, que no abortera, a la mujer independiente que se negaba a ser madre de familia y cumplir así con el papel encomendado que hace de la mujer el pilar básico sobre el que se ha sustentado la sociedad.

La procesión de las antorchas es para muchos no solo la forma en que los ancestros de Escocia conmemoraban el solsticio de invierno, sino una reivindicación de aquellas mujeres quemadas en piras religiosas. Y a mí me parece una tradición tan bella como reivindicativa.

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Desde las 19h de la tarde las personas se juntan en la zona de la Old Town preparadas con sus antorchas. Se hace el silencio a medida que anochece. Hay una especie de solemnidad que solo se rompe a la hora indicada con el sonido de las gaitas, algo que sobrecoge el alma.

Los que están en las primeras filas encienden sus antorchas y van pasando el fuego a los de atrás, encendiendo un rio de luz que comienza a caminar despacio. Unas antorchas encienden la llama de las otras compartiendo un fuego purificador en el que la amalgama de gentes son conscientes de que se está compartiendo mucho más. Se recorre la ciudad por los mismos lugares en que las mujeres acusadas pasaban las pruebas antiguas de hechicería hasta llegar a Calton Hill, la colina donde estaban situadas las piras.

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No podía faltar un selfie familiar

Las calles de Edimburgo, esa noche, son una preciosa riada de personas y fuego que desfilan en medio de una alegría contenida, en medio de una especie de silencio respetuoso que poco a poco recorre la llamada Milla Real y llega a Calton Hill, la colina más alta de Edimburgo. La vista de su castillo iluminado en medio de la noche es sobrecogedora.

Cuando termina la procesión hay diversos conciertos al aire libre en distintos puntos de la ciudad para los que se han tenido que comprar entradas con meses de antelación .

Para disfrutar de la Nochevieja uno de los festivales más tranquilos es el de Old Town Ceilidh, un concierto de danzas escocesas en donde te enseñan a bailar los bailes típicos escoceses para que puedas celebrar en fin de año como un escocés más. Tienes también los conciertos del Concert in the garden, en los jardines de Princes Street o el Candlelit Concert, en la abadía de Sant Giles donde podrás deleitarte con música clásica. Los fuegos artificiales sobre el castillo de Edimburgo que conmemoran el Año Nuevo son de una belleza espectacular que no puedes perderte.

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La Nochevieja y Año Nuevo en Escocia son tan bellos como todas las tradiciones escocesas, así que si quieres vivir una celebración distinta, con carácter propio, es uno de los destinos que te aconsejo.

Si vas a viajar con niños, como es nuestro caso, hay que tener en cuenta unas indicaciones:

– Las entradas a los conciertos y al recinto por donde pasa la procesión son limitadas. Algunas entradas hay que comprarlas con antelación de meses y se ponen de venta en septiembre, pero para la procesión podrás adquirirlas en los distintos puntos de venta que hay cercanos al recorrido.

– A la procesión no pueden acceder carritos de bebés y los menores de 16 años deben ir siempre acompañados de un mayor de 21.

– Esta celebración junta cada año a más de 30.000 personas… si tus niños son muy pequeños piénsatelo un poco…

Es costumbre habitual en las fiestas de Hogmanay de todo el país cantar, ritmo de gaita y nada más llegar la medianoche o unos minutos antes de fin de año, el For Auld Lang Syne inspirada en un poema de Robert Burns, el poeta al que los escoceses adoran y que forma una de las tradiciones más bellas cada 25 de Enero, pero esa es otra historia que os contaré otro día.