El barrio de las letras en Madrid, es mucho más que una zona geográfica de la ciudad, es un viaje en el tiempo que todos los que amamos la literatura deberíamos realizar aunque fuera una vez como homenaje a toda una serie de autores que han compuesto nuestras lecturas, desde aquellas obligatorias en el colegio, a aquellas que luego hemos ido leyendo por decisión propia.

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El barrio de las letras en Madrid es una forma de denominar a toda una zona turística con un enorme valor sentimental y literario. Está situada en el llamado barrio de Las Cortes, limitado por la Carrera de San Jerónimo, el Paseo del Prado, la calle Atocha y la calle Cruz o de Carretas. Todas las calles que componen el barrio están repletas de casas antiguas, locales pequeños, numerosos lugares donde comer o tomar una copa, terrazas y teatros, como el Teatro Español, herederos del famoso Corral de la Pacheca del siglo XVI.

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Entre sus calles y plazas más representativas podemos detenernos en la plaza de Santa Ana, en cuyos extremos están situados el Teatro Español y el hotel Mª Reina Victoria y donde las estatuas de Calderón y García Lorca tienen su propio hueco.

Paseando por la calle Huertas, denominada así porque fue en otra época la antigua zona de huertos de Madrid y llegamos hasta la calle Cervantes y Lope de Vega, donde está situada la basílica de Jesús de Medinaceli, uno de los más famosos y que goza de la devoción de muchos madrileños.

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Muchas de las calles del barrio de las letras llevan nombre de grandes literatos, aunque las tres más principales son la de Cervantes, Quevedo y Lope de Vega. Es curioso el caso que se da con este último y con Cervantes: en lo que hoy es la calle Cervantes nació Lope y en la calle de Lope es donde se encuentran los restos de Cervantes, en el convento de las hermanas Trinitarias Descalzas. Como todos sabéis, Lope y Cervantes fueron, en su época, unos enemigos feroces. Cosas de la vida…

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Recorrer este barrio de las letras de Madrid es como estar pisando la historia de los grandes hitos literarios de nuestro país; la lástima es que han sobrevivido tan solo unos pocos edificios, como la casa de Lope de Vega, que se puede visitar, la iglesia de San Sebastián o el convento de las Trinitarias, pero siguen figurando entre sus calles instituciones un poco más modernas como la Real Academia de Historia o la Cámara de Comercio e Industria, unos edificios sublimes dignos de visitar también. Ya mucho más cercanos en el tiempo están la sede del Ateneo Madrileño, el Hotel Palace y el Palacio de las Cortes, donde en su plaza frontal podemos ver la estatua dedicada a Cervantes.

Lo mejor de este barrio de las letras son los cientos de detalles que pasan desapercibidos y que hacen que tengamos que recorrerlo despacio, sin prisas y con atención suprema o una buena documentación previa para no perdernos nada.

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El Parnasillo ha contado con visitantes tan insignes como Espronceda, Larra y Oscar Wilde.

Por ejemplo, en la iglesia de San Sebastián fueron enterrados, bautizados o casados tantos personajes históricos que merece casi una mención aparte. Políticos como Sagasta o bandidos como Luis Candelas, fueron en algún momento atendidos espiritualmente entre sus muros. Ahí fueron bautizados Tirso de Molina, Jacinto Benavente o Moratín, se casaron desde Larra a Pastora Imperio o el romántico Bécquer, y entre sus difuntos famosos se encuentran Espronceda, Lope de Vega y Cervantes aunque este fue enterrado en las Trinitarias.

En lo que fue su Camposanto, está hoy situado uno de los rincones más bonitos de Madrid, el Jardín del Ángel, en donde pueden verse todavía los restos del antiguo cementerio como el atrio de la iglesia, y donde se instaló una de las primeras floristerías de la capital que, según se cuenta, era el lugar donde encontraba inspiración Pérez Galdós para enterarse de todo aquello que pasaba en el barrio y que luego reflejaba en sus novelas.

El barrio de las letras de Madrid es una barrio para recorrer a pie, descubriendo el sabor antiguo de sus calles, las placas conmemorativas en las fachadas de las casas y los retazos de poemas o citas literarias grabadas en las calles de adoquines. En cualquier rincón descubres el sabor de la literatura brillando entre las «Luces de Bohemia» y el esperpento, puedes ver un rincón en donde parece esconderse un personaje de Fortunata y Jacinta, los escalones de las iglesias que nos recuerdan a «Misericordia» todavía hoy o ver la réplica de la imprenta donde se imprimió la primera edición del El Quijote de la Mancha. En el suelo vuelan oscuras golondrinas y Góngora nos muestra retazos de una sátira preclara y popular «Ande yo caliente, ríase la gente».

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Durante el paseo llegan ecos de voces antiguas, de corralas de comedias donde los autores desconocidos interpretaban sus propias obras y en donde se discutía sobre teatro y literatura de los más consagrados. Es como pisar los lugares donde se escribieron las páginas más doradas del Siglo de Oro.

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