
A Suiza no le falta belleza natural ni patrimonio cultural. Todo el año es buen momento para hacer una visita al país de los Alpes y dejarse maravillar tanto por las grandes urbes como por los pueblos más pequeños. Sin embargo, durante los meses de noviembre y diciembre las plazas y los centros históricos de las localidades suizas se transforman para ser testigos de la llegada del Adviento. Es en este momento cuando uno puede patinar en algunas de las pistas de hielo o acompañar a los más pequeños a escuchar cuentos y soñar con la Navidad.
A pesar del frío, recomiendo visitar el país helvético para pasear por sus mercadillos navideños, comprar ese adorno especial para decorar tu árbol y calentarse con un vino caliente y alguna especialidad culinaria tradicional, donde disfrutar de las fondues y raclettes. Este plato se puede degustar en cualquier región de Suiza, teniendo en cuenta que en cada una de ellas existen quesos distintos y por tanto el sabor puede diferir.

Parece ser que podríamos encontrar los inicios de esta receta en la época en la que los pastores pastaban solitarios por los Alpes Suizos. Eran inviernos duros en los que lo único que podían comer eran trozos de queso y pan duro. Fue en ese momento, y seguramente cansado de comer pan duro con queso duro, cuando un pastor usaría el fuego para calentar el queso, y así, caliente y fundido, untarlo en el mendrugo de pan.
A pesar de que ese es el origen que los historiadores atribuyen a la Fondue, lo cierto es que en la mismísima Ilíada de Homero podemos encontrar una prueba escrita sobre un plato que parecía ya un prefacio de este. Homero describía un plato de queso de oveja totalmente troceado gracias a un rallador de bronce. Este era fundido con vino caliente y harina blanca.
Siguiendo con el transcurso de las primeras apariciones documentadas de esta receta, lo cierto es que a pesar de que los suizos lo crearon, fueron los franceses quienes lo anotaron por primera vez en un libro en 1794.
Como curiosidad, todos los años se siguen vendiendo buen número de caquelon, que es como se llama el recipiente donde se prepara la fondue. Y es que es un plato fácil de preparar y que se disfruta en la mesa rodeado de amigos. Y también es una magnífica solución para una comida festiva con los más pequeños de la casa.
Si te apasiona el queso tanto como a mí, esta es tu receta. El próximo día 27 reúne a tus amigos y prepara una fondue con los ingredientes que te indicamos y sube una foto con nuestro hasthag #europexmaschallenge y participa en nuestro reto para ganar un fabuloso fin de semana para dos personas.
Ingredientes
Para 4 personas
- 1 diente de ajo, pelado y cortado por la mitad
- 400 g Gruyère AOP, rallado
- 400 g Vacherin Fribourgeois AOP, cortado en trozos
- 3 ½ dl de vino blanco
- 4 cucharaditas de Maizena
- 1 cucharadita de jugo de limón
- 1 copita de Kirsch
- 1 pizca de pimienta de cayena
Preparación
- Frotar las paredes interiores de la caquelón (cazuela) con el diente de ajo.
- En la misma caquelón, mezclar el Le Gruyère AOP y la Maizena, añadir el vino blanco y el jugo de limón. Llevar a ebullición y remover.
- Reducir el fuego, añadir el Vacherin Fribourgeois AOP y seguir removiendo hasta que se derrita.
- Para terminar añadir el kirsch y condimentar con un poco de pimienta, al gusto.
- Finalmente colocar la caquelón en el infiernillo para servir en la mesa.